Por ahí del año 98’ me remonto a
mi infancia y recuerdo que dentro mi colección de juguetes había uno que era de
mis favoritos. Este era un portafolio rojo de plástico con casi 300 piezas LEGO
de todos los colores y dos placas de ensamble con los cuales dejaba volar mi
imaginación durante horas después de hacer la tarea y hasta la hora de dormir.
Un reto a la imaginación que incomparable que uno no puede olvidar y añorar
constantemente al ver como nuevas generaciones tienen su primer contacto con el
mundo LEGO.
La tan posicionada marca de
juguetes, que en los últimos años ha firmado un sinfín de usos de marcas para
hacer crecer su línea de producto llegando a su punto más alto después de
varios destellos creativos con sagas cinematográficas y experimentos como los
creativos vídeos en Internet, resultando un perfeccionamiento de la técnica del
stop motion mezclada con animación
digital en 3D para lograr el primer largometraje ideado a partir de la simple
premisa de la marca y lograda de forma exitosa por los escritores y directores
Phil Lord y Christopher Miller (Lluvia de
Hamburguesas, 21 Jump Street).