Por: Alberto Molina
Tras la temporada de verano, Disney decide (como ya es la
“mala” costumbre estos días en la industria) estrenar una nueva versión de aquella
cinta de 1977 que mezclo actores y dibujos animados titulada “El Dragón de
Pete”, la cual cuenta la tierna historia de un niño huérfano y su amigo dragón, Elliot.
Dirigida por David Lowery (En un lugar sin ley, 2013), esta
nueva versión cuenta la misma historia pero ahora apelando más aquella magia
perdida de Disney, a la premisa de la amistad pero a la vez, a creer en aquello
que no podemos ver pero si sentir.
El gran acierto de la cinta son dos aspectos. Por un lado está
el trabajo de producción, sobretodo la fotografía y la selección musical que le
dan a la cinta un toque sureño; y por el otro lado, la forma en que el director
sabe mezclar el Dragón, ahora generado por computadora, en el entorno real sin
sentirse artificial y logrando evocar emociones de forma inimaginable con los
protagonistas en donde sobresalen Bryce Dallas Howard, Robert Redford y el niño
actor y protagonista, Oakes Fegley.
La cinta tiene evidentes puntos argumentales que resultan
incoherentes dentro del desarrollo del drama, además de compartir también su peculiar premisa con aquella cinta de Pixar del año pasado:
“Un Buen Dinosaurio”, lo cual le resta originalidad.
Este remake, pese a sus fallas narrativas, resulta una
aventura conmovedora, memorable y visualmente notable y la cual seguramente
avivará un poco la curiosidad del espectador por buscar aquel clásico olvidado.
Texto para Capital Hidalgo
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